Saturday, October 13, 2012

Challapata vive desde hace tres días bajo rígido control militar

En el peaje de Challapata reina una tensa calma. Medio centenar de policías y militares, acompañados de vehículos blindados, camiones y tanquetas, custodia el acceso a esa población, ubicada a 100 kilómetros de la capital orureña.

Cerca de la tranca, donde los agentes del COA (Control Operativo Aduanero) realizan controles, quedan los restos de lo que parece haber sido un enfrentamiento. Restos de fogatas, botellas llenas de orín y piedras en el camino quedan como mudos testigos de la actividad que realizan los soldados y policías.

En el lugar aún se siente el fuerte aroma del gas lacrimógeno, dispersado y camuflado por el viento y el fuerte olor de los escapes de los motorizados.

Dentro del pueblo, los militares son mirados con recelo por los pobladores que han logrado retomar sus actividades cotidianas, luego de los enfrentamientos que se desarrollaron entre militares y contrabandistas el pasado martes que tuvo el resultado de dos muertos.

“La situación se encuentra controlada, en calma”, se escuchaba repetir por los jefes militares de la zona, que escoltaban a funcionarios de la Dirección General de Migración, quienes, en un operativo conjunto con la Policía y el Ejército, se disponían a establecer puntos de control en los accesos de la población, donde se sospecha se refugian extranjeros ilegales atraídos por el dinero que produce el contrabando.

Según los informes oficiales, existen alrededor de 1.200 efectivos en la zona, entre militares, policías y agentes del COA, que controlan todos los accesos a Challapata, con trancas en el cruce a Huari, el camino a Tacagua y a Oruro, en los cuales se encuentra la mayor concentración de efectivos militares.

Cada auto, bus o minibús que pasa por estas trancas es detenido y revisado, creando largas filas de vehículos mientras se cotejan los documentos.

De acuerdo con los militares, estos controles se llevan a cabo las 24 horas del día, sin descanso y en cuatro turnos, que se intercalan con rondas por la población.

“Asustan un poco (los militares), pasan en medio de la noche en sus camionetas cargando sus armas”, asegura un poblador, que saluda cada vez que escucha una camioneta, hayan o no militares en ella.

Según algunos vecinos, si bien estas rondas se llevan a cabo día y noche, las camionetas no ingresan a las calles centrales de la población, ya que es en estos lugares donde se concentra la mayor actividad.

El espectáculo se repite varias veces al día, cuando los tanques, los camiones, los soldados armados dan vueltas por el poblado.

De acuerdo con los pobladores, es de noche cuando se dan estas incursiones con mayor frecuencia y con efectivos mejor pertrechados. “No sé cuáles son las razones verdaderas, pero las camionetas no entran por allí”, dijo un vecino.

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