Con un ritual en el que dos guías piden permiso a la Pachamama, se inicia la tradicional contienda taurina en San Pedro de Totora, la Capital de la Tarqueada, ubicada aproximadamente a tres horas de viaje desde la ciudad capital del departamento de Oruro.La gente de esta provincia cada 6 de abril organiza una de las ferias más importantes del occidente, en San Pedro de Totora, en la que los ayllus se reúnen en el extenso campo para observar la pelea de toros, una actividad riesgosa por no existir ninguna barrera de protección.
La competencia entre los bravos animales es al aire libre, son bestias gigantescas con un tamaño de cuatro a cinco metros y con casi una tonelada de peso, además de poseer cuernos puntiagudos y afilados.
Esta actividad se practica desde hace 28 años involucrando la participación de representantes de diferentes comunidades, aprovechando la actividad ganadera como una de sus potencialidades y al pasar de los años se ha logrado generar especies singulares, de gran porte y considerable peso.
Los animales son sometidos a un adecuado engorde para luego enfrentar a su contrincante, siendo las mejores muestras del ganado que poseen las comunidades.
Esta competencia se de-
sarrolla desde las primeras horas de la mañana, según la llegada de las comunidades a Totora, tomando en cuenta además el peso, tamaño y cantidad de toros.
Los toros ganadores reciben premios otorgados por el Gobierno Municipal de San Pedro de Totora, el mencionado acontecimiento, año tras año ha ido generando gran afluencia de público que llega al lugar desde diferentes puntos del departamento.
Lo tradicional es que las comunidades de Urinsaya (de abajo) y Aransaya (de arriba), cuenten con los animales más bravos y se los enfrenta, en muchas ocasiones son los que más número de bestias poseen, de entre 4 y 8 años de edad y bien alimentados.
El alcalde Milton Marca Poma, invitó a toda la población orureña, a participar en dicha actividad, para que pueda conocer no sólo los bellos paisajes que encierra este sector del departamento, pues entre sus cerros acoge vergeles, sino a conocer esta tradición que pese a tener recién casi tres décadas de vigencia, ya está bien arraigada en el lugar.
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