Los lugareños lo conocen como el valle de los falos, porque su aspecto denota órganos masculinos erectos. Al llegar al lugar, el turista se sorprende al observar una variedad de piedras con estas características, la mayoría de ellas entre dos o tres metros de altura.
Los hay altos, gruesos, angostos o pequeños, se podría decir también que son obeliscos naturales de distintos tamaños.
Son llamativos a simple vista tanto que los visitantes no desaprovechan la oportunidad para sacarse fotografías o capturar el momento en una videocámara.
Es una hermosa vista natural, que a la fecha se desconoce cómo se formaron o qué edad tienen, sin embargo, están ahí, en medio del inmenso altiplano orureño.
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