La población chiquitana de San Javier revive este fin de semana una de las más antiguas tradiciones y que al paso de los siglos mantiene se vigencia, la danza de los yarituses; sus orígenes se remontan a cientos de años antes de la llegada de los conquistadores españoles y fueron los piñocas quienes le dieron vida y lo ofrecieron en gratitud al Nupayares o Piyo Sagrado.
Considerada una danza milenaria ostenta en San Javier el título de Patrimonio Cultural e Inmaterial. El legado dejado por los antepasados piñocas y hoy continuado con sus elementos intactos y el creciente número de danzantes hace que este ritual se proyecte a ser Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Rituales
El inicio de este ritual se origina por estas fechas cuando los piñocas salían de cacería en grupos, entonces observaron una ave en el campo y al intentar cazarla se aplastó y desapareció; en la noche, cuando se encontraban alrededor de una fogata observaron en el cielo la figura del ave, se asustaron y dijeron que el lugar donde estaban era sagrado y le dieron al ave el nombre de Nupayares, que significa Piyo Sagrado. Con la llegada de los jesuitas los chiquitanos continuaron con el ritual entremezclado con la festividad religiosa de los santos Pedro y Pablo.
Este sábado se realiza la serenata en el atrio del templo y el domingo a las 5:00 está programado el saludo a la aurora, para luego los yarituses concentrarse en la piedra de los apóstoles (antiguo centro de ritual) y desde ahí dirigirse a la ‘misa de la luz’ y posteriormente salir en procesión por las calles del pueblo junto a las imágenes de San Pedro y San Pablo
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