Wednesday, October 2, 2013

Una "capilla sixtina" emerge del centro de Curahuara de Carangas

La lágrima no alcanza a rodar por la mejilla; se queda quieta en la pupila porque una sonrisa la detiene. Luego viene un estupor, un quedarse maravillado, un quedarse con la boca abierta. Quieto de emoción. Y es que esa abundancia de santos, vírgenes, diablos, dioses, plantas, frutas, animales y jesucristos que emergen de las paredes y los techos interiores de la iglesia del pueblo de Curahuara de Carangas (construida en 1608) no pueden menos que emocionar, y emocionar hasta el llanto.

Un caos estético inunda el recinto y un orden religioso da a cada pintura su lugar, su símbolo y su sentido.

Se abren las puertas de la iglesia de par en par y el Apocalipsis recibe al creyente en un gigantesco mural que ocupa toda una pared de la iglesia, en el centro está el mismísimo Dios mostrando todo su poder a través de un aura que lo protege.

Hombres y mujeres desnudos que arden el infierno, otros van camino al purgatorio; demonios que con cadenas arrastran a ejércitos de pecadores y pecadores; ángeles tocan sus trompetas para los que van al paraíso. Y mientras más se acercan los ojos al mural se descubren atroces escenas de castigos y penitencias teniendo como personajes a demonios, santos y… sorpresa: figuras de indígenas.

Junto a los ejércitos españoles que vinieron a esclavizar a los indígenas de esta parte de América, también llegaron sacerdotes católicos cuyo objetivo era “evangelizar” a los originarios.

El idioma se convirtió en una traba para la tarea evangelizadora de los curas de la colonia y éstos recurrieron a otras estrategias para difundir la biblia en tierras recién conquistadas.

Es así que, como en otras partes del mundo, el uso del dibujo y la pintura con motivos religiosos para enseñar el contenido de las sagradas escrituras a los indígenas se hizo común. El templo de Curahuara de Carangas no estaba al margen.

La iglesia de Curahuara de Carangas, emplazada en el municipio del mismo nombre en el departamento de Oruro, fue declarada como Monumento Nacional en 1960. Actualmente es una de mayores reliquias religiosas y pictóricas de Bolivia a tal punto de que se la conoce también con el nombre de “capilla sixtina” del altiplano boliviano.

La “capilla sixtina”, convertida hoy en un museo sacro, se constituye también en el mayor atractivo turístico de esa zona del altiplano boliviano que vive fundamentalmente de la crianza de camélidos.

Sin embargo, tanto las autoridades municipales como las originarias y la Gobernación de Oruro están empeñados en difundir todo el circuito turístico de la zona que incluye además varias lagunas, el nevado Sajama, aguas termales, geisers y la fauna y flora típica del lugar.

La iglesia

La “capilla sixtina” está ubicada a pocos de la plaza de Curahuara de Carangas. Una alta torre de tres plantas y una cúpula en la cúspide llama la atención del visitante.

Por una puerta lateral se ingresa al patio de la iglesia en cuyo piso y en la parte central está pintada una gran cruz: la Chacana andina.

El párroco de la iglesia de Curahuara de Carangas, sacerdote Gabriel Antequera Lavayen, explicó que con la presencia de la Chacana andina al interior del templo católico se trata de cuidar la religiosidad andina.

“El símbolo está pintado en negro y blanco porque la divinidad andina administraba su poder tanto en el día como en la noche.

Para el cristianismo es el ojo de dios que gobierna el día y la noche. Estos elementos en el atrio del templo ayudan a acercarnos más a esa realidad religiosa”, explicó Antequera.

Antequera lleva varios años al cuidado de la iglesia y es autor de un libro sobre la iconografía religiosa de la “capilla sixtina” del altiplano boliviano y explica que “cuando llegan los turistas lo primero que hacen es quedarse con la boca abierta, porque encontrarse con una iglesia con estas características en un pueblo tan alejado, tan lejos de la ciudad. Una iglesia con semejante trabajo a cualquier visitante sorprende”.

La iglesia comenzó a construirse en 1587, y se terminó en 1608. El cura de ese tiempo se llamaba Juan Ortiz y hay una inscripción en el templo que menciona a las autoridades originarias del pueblo. Sin duda, una joya artística, religiosa y arquitectónica emplazada en pleno altiplano boliviano.

Arte para evangelizar a los indígenas de 1608

¿Y cuál es el objetivo de hacer toda esta pintura en las paredes de la iglesia de Curahuara de Carangas ? Los sacerdotes de esa época (1608) necesitaban un material de catequesis para poder evangelizar y adoctrinar a los indígenas y a la gente del lugar. El idioma era un impedimento para todo esto y qué mejor que hacerlo mediante la pintura.

En el templo encontramos pinturas desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Son pasajes de la sagrada escritura más importante para los indígenas.

¿Y quiénes fueron los que hicieron el trabajo? En la pintura de la techumbre están los 12 apóstoles. Y la pintura que se ha recuperado y restaurado y que está detrás del retablo es realmente perfecta. “Es un trabajo que está hecho por artistas y profesionales. El resto de la iglesia es está hecho por indígenas por la desproporción de tamaño y de cuerpos”, concluye Gabriel Antequera, párroco de la iglesia de Curahuara de Carangas.

Para Antequera es un trabajo netamente de carangas y aymaras que vivían en ese tiempo.

¿Qué materiales se han utilizado? Según estudios del ministerio de culturas, son pigmentos que se puede encontrar en la misma zona. Pigmentos de colores tierra, y arenas que se han encontrado en todo el sector y se han mezclando seguramente con alguna pinturas traídas de Europa.

El templo es original, lo único que se ha perdido es la parte del zócalo. Por la humedad que tenía se ha ido perdiendo todo eso.

En 1994 el Ministerio de Cultura fue el primero en intervenir la iglesia y han restaurado solamente las rajaduras que han aparecido en las pinturas. También se ha cambiado toda la cubierta del techo. Originalmente era de barro y paja y todo lo que utilizaban los aymaras, pero se ha puesto una cubierta de calamina y luego recién la paja para darle su característica original.



El nevado Sajama, un atractivo para el turismo

El Parque Nacional Sajama se encuentra en el altiplano orureño, a más de 6 mil metros sobre el nivel del mar y constituye un atractivo turístico que cada vez gana más seguidores en la zona.

Si bien no existe una infraestructura hotelera plenamente consolidada, la atención al turista se da en dos ámbitos: los emprendimientos comunitarios y los individuales, según el director de esta reserva, Edwin Bustillos.

Sin duda el atractivo principal es el nevado Sajama (ubicado a una altura de 6448 sobre el nivel del mar) o “Dr. Sajama”, como lo llaman los pobladores de la zona por los poderes curativos que tiene.

Entre los emprendimientos comunitarios está el del alberge Tomarapi, que se caracteriza porque toda la comunidad lo administra. Varias familias son socias.

“Este albergue ha sido construido con la cooperación alemana y con contraparte en mano de obra de los propios comunarios”, explica Bustillos.

Según el director del parque, la mayoría delos turistas que visitan el lugar son extranjeros: franceses y estadounidenses principalmente.

Los propios comunarios son los que atienden a los turistas. Previamente fueron capacitados tanto en cocina nacional como internacional. Es un albergue representativo de lo que es el Parque Nacional Sajama.

"Hay otros emprendimientos más individuales, pero con la característica de que es una atención calificada en base a clases impartidas en varios hoteles de la ciudad de La Paz", aclara Bustillos.

Otro de los atractivos del Sajama son las aguas termales. Estas se presentan en cinco pozas que vienen de vertientes naturales, además de las varias lagunas.

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